Es preciso entender que los pueblos antiguos consideraban a todo lo que los rodeaba cómo seres vivos, desde cuevas, barrancas, manatiales, árboles y montañas; todo estaba lleno de espíritus importantes. Las montañas son el vínculo entre el cielo con la tierra y el inframundo, y también eran el lugar donde están los ancestros y los espíritus de la tierra, la lluvia y el inframundo.
Con este criterio es fácil de imaginar qué significaría para ellos la inundación, los huracanes, los tsunamis, los terremotos, las erupciones volcánicas.
De hecho no son fenómenos geológicos; se trata de Seres Poderosos dotados de voluntad; propósitos, sentimientos.
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